El cuarto
- Cintia Pons
- 12 ene 2022
- 3 Min. de lectura

ESCENA 1:
INTERIOR- SALA- NOCHE
Penumbras. Apoyadas sobre el borde de una mesa reposan las manos de un hombre. La diestra gira la perilla de un gran reloj gris que se halla en la muñeca izquierda. Primero lo pone en hora dubitativamente. Luego presiona para fijar el minuto y vuelve a dar giros sobre la perilla. Lo hace rítmicamente, despacio y metódico, solemne... Una voz femenina comienza a increpar al ser del reloj y las manos se detienen atentas sobre el borde de la mesa. Escuchan.
Terco como una mula. Sordo… como Beethoven , GRANDE. De mi voz… ¡escuchas el vibrar! Sí! sí que lo escuchas.
Por sobre el hombro masculino la mujer se expresa reflexivamente; pero también hay en ella furia y dolor que se ponen de manifiesto intercaladamente.
Tus dedos avanzan entre teclas infinitas, como soldados sin nombre, entregados a morir, a que avance el de atrás. Tu andar es preciso, nunca un paso en falso. ¡Intactos! los dientes de tu engranaje. Una pieza encastrando en otra para que suene la cajita de música que…
La mujer busca algo con la mirada por detrás suyo, por arriba y por el suelo. Luego se incorpora. Parece alta. Así la ve el hombre dado que ella se ha levantado y él no.
Ja… “música”: no se oye todo el tiempo y no es tal… no es un ritmo amable, no, no todo el tiempo.
ESCENA 2
INTERIOR-PASILLO-NOCHE
La mujer avanza a través del pasillo. Los ojos del hombre -que es demasiado alto- la siguen mientras avanzan detrás. Esos mismos ojos se deslizarán por el cuerpo de ella hasta encontrar que las manos de ambos seres se hallan entrelazadas. El reloj relumbra. Mientras caminan ella sigue hablando. Su boca no es visible pero la voz retumba entre las paredes del pasillo.
Y En oírte demasiado reside todo el problema… el problema del mundo quiero decir; ¿ignorarte?, sólo las rocas saben hacerlo, ¡y las tapias!, nadie quiere ser un tapial: eso es, dalo por hecho, es no vivir.
INSERT: La imaginación -o el recuerdo- los lleva por momentos a espacios de mucho verdor donde hay humedad y exuberancia natural: un arroyo con aguas que fluyen entre las rocas, gotas de lluvia. Ambos seres juegan con los elementos naturales.
Los que sí saben vivir son aquellos que a tu lado no sufren el caudal de tu voz y te dosifican como si fueras pequeñas gotas vivificantes cayendo sobre la piel o como si fueras un río que suena bien.
ESCENA 3:
EXTERIOR- PARQUE CON FOGATA- NOCHE
Salen del pasillo hacia el parque, caminan algunos metros hasta llegar al lado de una fogata. La mujer flexiona sus piernas para realizar una postura cómoda y atizar el fuego. Los ojos del hombre la ven desde su gran altura. Ella se expresa en gesto de súplica.
Soltémonos las manos. Te espera el fuego. Se consumirá el gigante de papel, ESE en quien te veo y al que sufro. Enorme monstruo dictador, entra al fuego y tal vez, luego de verte arder, renazca de entre las cenizas lo mejor de ti, y pueda yo mirarte como antes lo hacía, como a alguien simple, lleno de vida… y eterno, claro, pero hermoso.
El crepitar se hace brusco y el rojo fulgura intenso. El fuego consume todo lo que allí ha entrado. Los ojos de la mujer, quien sigue cerca del suelo, observan la enorme combustión que se pierde alta entre su propia humareda.
ESCENA 4:
EXTERIOR- ENTORNO DE LA FOGATA CASI EXTINGUIDA- AMANECER
La mujer abre los ojos y se queda unos segundos tendida sobre el pasto. Mira hacia todos lados en lo alto presintiendo la presencia de algo enorme que la observa palmo a palmo. Se sienta, se incorpora y se retira con somnolencia hacia el interior.
ESCENA 5
INTERIOR- SALA- NOCHE
Penumbras. Alguien ve a la mujer desde arriba y ella lo sabe. Busca al escrutador con la mirada entre los oscuros rincones del techo mientras se quita de la mano derecha el gran reloj gris.
¡Vení a buscar lo tuyo, cretino!
Apoya sobre la mesa el reloj y, un segundo después, éste señala con su típico sonido la llegada del cuarto de hora. Podrían ser las doce menos cuarto.
@cintiapons
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